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¡Anton nunca se lo habría podido imaginar! Los vampiros suelen tener su guarida en un cementerio, en una cripta, en las ruinas de un castillo... pero ¿en una casa normal? Aunque realmente no es tan normal pues, al aproximarse, Anton descubre que está abandonada y que las puertas y ventanas se encuentran tapiadas por gruesos tablones. Anton, armado de valor, se dirige hacia la entrada ocultándose tras la alta maleza...