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De prosa elegante pero directa, sin ningún tipo de barroquismo, accesible y dinámica, Luis Guallar ofrece, con El Puente del Diablo, una aproximación al tema vampírico muy alejada de la que nos tiene acostumbrados el género, tanto en su vertiente más moderna como en la clásica. Más cercano al Salem’s Lot de Stephen King que a cualquier otra reinvención del mito de los no-muertos, con algunas gotas de Ramsey Campbell, Ray Bradbury y Richard Matheson, con El Puente del Diablo Luis Guallar ofrece una novela tremendamente atmosférica y espeluznante, con la que anticipa una carrera literaria que habrá que seguir muy de cerca.
Ya hace casi un año que Iván y Diana se
marcharon de la gran ciudad y se mudaron a su nuevo hogar, una casa
situada en las afueras de un tranquilo pueblecito. Es la casa de sus
sueños y la suerte parece sonreírles desde entonces: no les falta
trabajo, se llevan bien con su vecino de al lado y sus máximas
preocupaciones son una cerca demasiado baja y tener que cuidar de Judas,
un simpático pastor alemán.
Una mañana, sin embargo, una espesa
niebla llega de las montañas e inunda todo el pueblo; con ella aparece
una misteriosa visitante, una anciana inquietante a la que parecen
obedecer los animales. ¿Quién es? ¿Qué es lo que quiere? Pronto se darán
cuenta de que esa mujer que les visita por las noches e insiste en que
la dejen entrar no es lo que parece, que no va a aceptar un no por
respuesta, que está dispuesta a todo para conseguir su objetivo… y que
utilizará a su antojo a quien haga falta.